Preparar una tabla de quesos es una de esas cosas sencillas que siempre funcionan. Se adapta a cualquier ocasión: una cena con amigos, un aperitivo informal o una comida especial. Y aunque pueda parecer un plato clásico, hay formas de darle un toque diferente y elegante sin complicarse demasiado. Una de ellas es incorporar mermelada de arándanos, un acompañamiento que aporta frescura, equilibrio y contraste a los sabores del queso.
El papel de la mermelada en la tabla de quesos
El secreto de una buena tabla de quesos está en los contrastes. Los quesos ofrecen matices salados, grasos y, en algunos casos, incluso amargos. La mermelada de arándanos, con su sabor ligeramente ácido y su dulzor natural, equilibra el conjunto. No tapa el sabor del queso, sino que lo complementa y resalta.
Además, los arándanos aportan una nota frutal intensa que combina bien con diferentes texturas y curaciones. Su color oscuro también añade un componente visual atractivo que rompe con los tonos cremosos y amarillentos del queso, haciendo que la presentación sea más apetecible.
Elegir los quesos adecuados
Una buena tabla debería ofrecer variedad de sabores y texturas. Aquí algunas combinaciones que funcionan especialmente bien con la mermelada de arándanos:
- Quesos suaves y cremosos, como un brie o un camembert, ganan profundidad con el toque ácido de la mermelada. El contraste entre la cremosidad del queso y la ligereza del arándano es una combinación equilibrada y elegante.
- Quesos azules, como el cabrales o el gorgonzola, son una apuesta segura. La intensidad de estos quesos encuentra en la mermelada un contrapunto que suaviza el sabor sin restarle carácter.
- Quesos curados o semicurados, como un manchego o un idiazábal, se benefician de la dulzura natural del arándano. En estos casos, conviene usar poca cantidad de mermelada para no ocultar las notas saladas del queso.
- Quesos de cabra, sobre todo los jóvenes y frescos, se equilibran muy bien con la acidez de los arándanos. Es una de las combinaciones más populares y refrescantes para los meses más templados.
Cómo presentarla
La presentación es tan importante como la elección de los ingredientes. Una tabla de madera o una pizarra grande ayuda a crear una composición visual ordenada y natural. Coloca los quesos de menor a mayor intensidad, dejando pequeños espacios entre ellos para añadir frutos secos, uvas, rodajas de pan o tostadas.
La mermelada puede presentarse de varias formas: en pequeños cuencos de vidrio repartidos por la tabla o directamente sobre algunos trozos de queso, en pequeñas porciones. Lo ideal es que cada comensal pueda decidir cómo combinar los sabores.
Si se busca una presentación más cuidada, se puede jugar con la textura de la mermelada. Una versión más fluida servirá para acompañar quesos suaves, mientras que una mermelada más densa es perfecta para los curados.
Detalles que marcan la diferencia
Para completar la tabla, se pueden incluir elementos que armonicen con los arándanos y los quesos. Algunas ideas:
- Frutos secos tostados, como nueces o almendras.
- Panes artesanos o tostadas finas con semillas.
- Uvas, higos o manzanas cortadas en láminas.
- Un toque de miel suave o mostaza antigua para quienes prefieran sabores más intensos.
La clave está en no sobrecargar, sino en dejar espacio para disfrutar cada combinación por separado.
Un toque natural y artesano
Usar una mermelada ecológica de arándanos, como las de Berries Nature Park, garantiza un sabor auténtico y equilibrado. Al no incluir conservantes ni colorantes, mantiene la esencia de la fruta y realza los matices naturales del queso. Es un detalle pequeño, pero marca una gran diferencia en el resultado final.
Preparar una tabla de quesos con mermelada de arándanos no requiere experiencia culinaria, solo una buena elección de productos. Es una manera sencilla de compartir, de disfrutar sabores de verdad y de convertir algo cotidiano en una experiencia especial.